El sábado 6 de abril, enfrascado en una reflexión sobre el conflicto israelo-palestino, recibí una llamada de Mary Robinson desde Ginebra, en su condición de responsable de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

El papel de la Unión Europea en la nueva realidad internacional vuelve a ser objeto de preocupación, tanto si se trata de hacer una contribución específica a la paz en el conflicto israelo-palestino cuanto si hay que tomar posiciones en relación con las propuestas de Estados Unidos.

Han pasado dos meses desde el aciago martes en que, con una brutalidad que desdibuja todos los precedentes, el terrorismo internacional descorrió la cortina mostrando una realidad oculta e insospechada a la sociedad pos-muro de Berlín.

La decisión americana de desarrollar el escudo espacial antimisiles fue una iniciativa anunciada por Reagan y ahora reiterada por Bush recién iniciado su mandato.

En agosto pasado recibí una llamada de Carlos Fuentes para proponerme la participación en el Foro Iberia-América Latina.