Después de los terribles sucesos del 11 de marzo y de las elecciones del día 14 se ha producido una enorme confusión en el debate político y mediático.

El día 10 de marzo envié a EL PAÍS un artículo titulado En campaña. Al día siguiente llamé al periódico para retirarlo ante la masacre de Madrid. El día 12 elaboré otro artículo titulado Frente al horror, bajo el impacto de lo ocurrido y con la certidumbre de que eran terroristas internacionales.

Y continúa la incertidumbre. O se acrecienta con la ‘inevitable’ guerra contra Irak, convertida en ocasión electoral, mientras se suceden nuevos atentados, en Indonesia -Bali-, en Finlandia, en Chechenia, en el Golfo Arábigo.

Se cumplen nueve meses desde el 11 de septiembre. En el imaginario colectivo se ha convertido en la fecha de referencia de la crisis por la que atraviesa el mundo, a pesar de que nada tuviera que ver con el inicio de la económica, que ya era muy severa en el momento de producirse los atentados.

El papel de la Unión Europea en la nueva realidad internacional vuelve a ser objeto de preocupación, tanto si se trata de hacer una contribución específica a la paz en el conflicto israelo-palestino cuanto si hay que tomar posiciones en relación con las propuestas de Estados Unidos.