El precio de la amistad
Dicen que la amistad no tiene precio, pero para Enrique Sarasola la que mantuvo conmigo, durante tantos años, tuvo un altísimo coste en sufrimiento humano, en persecución insidiosa. Sé que en su fuero interno se hacía verdad el dicho machadiano de ‘todo necio confunde valor y precio’ y que disfrutaba, como yo lo hacía, el enorme valor que me añadía su afecto.