Ni simpático ni serio
En la acumulación de despropósitos de los últimos meses, la frase que resume la definición del proyecto político del señor Aznar para España es que no quiere un país simpático, sino un país serio.
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Administración pública
En la acumulación de despropósitos de los últimos meses, la frase que resume la definición del proyecto político del señor Aznar para España es que no quiere un país simpático, sino un país serio.
Con un entusiasmo y una alegría que no he visto en ningún Parlamento del mundo, los diputados y diputadas del Partido Popular aplaudían a rabiar la resolución que proponen para abrir paso a la guerra contra Irak y la negativa a dar cualquier oportunidad a los inspectores para que rematen su objetivo ¿Por qué estarán tan contentos con la que nos espera?
Es fácil decir que todos estamos contra la guerra. Y seguramente es verdad en la inmensa mayoría de los casos. La política es poliédrica y cada uno verá lo que dice desde el prisma que le convenga. Tanto los defensores del conflicto con Irak, como los que se oponen, defenderán sus posiciones como las más correctas en el camino de la paz.
El despliegue se desarrolla inexorable. Como si de una invasión de hispanos se tratara, se llena de Sánchez, Pérez, Garcías y González -incluso-. El Golfo se llena de tropas dispuestas a combatir al cabeza visible del «eje del mal». La ventana temporal de oportunidad se acerca en el duro desierto bíblico.
Ha sido un 27 de octubre y me siento a escribir el 28, dos décadas después de un día semejante para mí, para mi país, para las gentes que, cargadas de esperanza, acudieron masivamente a definir un rumbo nuevo aquí y allá, entonces y ahora. El de Lula es un triunfo importante para Brasil, pero trasciende las fronteras y sacude a la América latina con un viento diferente, como un grito expectante, reclamando otro destino.